Ser críticos al dar feedback, con el fin de lograr un cambio de conducta no es fácil. De hecho, tengo la percepción de que solemos escaparle a las oportunidades de dar verdadero feedback a los demás. Ya sea a un colega de trabajo, un empleado, miembro de un equipo, un hijo o un amigo. Si lo hacemos, no nos damos cuenta de lo delicado que es el proceso… al menos si queremos realmente lograr el cambio! Dos extremos muy comunes suelen ser: demasiado positivo, quedando en que todo se hizo muy bien; demasiado pesimista o duro en la evaluación, resaltando únicamente los aspectos negativos. Ninguno de estos extremos suele tener como resultado el cambio que se busca. En el primer caso no damos la oportunidad de mejorar a la otra persona; por más bien que nos desempeñemos en algo, siempre hay puertas para la mejora y el desarrollo, y es del buen crítico saber reconocer esas oportunidades que permitirán al otro lograr un aprendizaje y en consecuencia, su desarrollo. En el segundo caso no logramos el compromiso para avanzar hacia un verdadero cambio y muy probablemente obtengamos una alta desmotivación.
Debemos aprender a dar feedback a la persona correcta en el momento correcto; así lograremos efectividad. Es necesario planificarlo, realizar un análisis previo de los objetivos que queremos alcanzar con nuestros comentarios y la mejor manera de comunicarlo a cada persona en particular. Hay un método que me enseñaron hace ya un tiempo, que ha demostrado ser muy efectivo y que me gusta mucho aplicar. Probablemente lo hayan escuchado alguna vez, es el “feedback sándwich”. Con su nombre original, es muy gráfico, fácil de recordar y de aplicar.
¿En qué consiste? El feedback sándwich consta de tres etapas:
1°) Comunicar a la persona aquello que está haciendo bien.
2°) Decirle lo que debería mejorar, aquellas oportunidades de mejora que detectamos en su desempeño.
3°) Resaltar aspectos positivos de su desempeño general.
Puesto en simple y visualmente: