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¿Atrapado en la rutina?

En la siguiente TED talk, Matt Cutts nos comparte su experiencia y resultados del «desafío 30 días», el cual consiste en intentar hacer algo nuevo en los próximos 30 días.

Me pareció ideal en dos sentidos: el primero, como forma concreta de sumar nuevos hábitos, o deshacernos de viejos hábitos. Esencial para tomar las riendas de nuestra propia vida y alcanzar el éxito. Lo segundo, para hacer frente a aquellos desafíos que muchas veces nos planteamos pero no logramos realizar… o lo que es mejor, tomarnos el tiempo para pensar y probar desafíos que hasta el momento no habíamos pensado… como Matt que escaló el monte Kilimanjaro, la montaña más alta de África.

¿Te animás a probar conmigo el desafío?

(recuerden seleccionar la opción «español» para verlo subtitulado)

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La sabiduría de decidir bien

No es lo mismo decidir bien, que decidir exitosa o eficazmente. Pues la noción de bien, comprendida correctamente, es una noción ética. Donde ético quiere decir integralmente humano, que implica el ethos de la propia persona.
Por eso un “liderazgo ético” es un liderazgo que tiene en cuenta todos los factores que entran en juego en el “éxito” de una vida humana, de una vida humana lograda. Y ese éxito excede lo material, profesional y empresarial. Eso es lo que analiza, profundiza y desarrolla Sonnenfeld en su libro «Liderazgo ético. La sabiduría de decidir bien» editado por Encuentro, apelando a categorías especialmente del humanismo clásico (Sócrates, Aristóteles, Séneca) y cristiano (Santo Tomás, J. Pieper, Benedicto XVI), sin descuidar los autores contemporáneos de la literatura sobre liderazgo (Greenleaf, F. Michelin, J. C. Hunter), como así también de la psiquiatría, la teología y otras ciencias humanas.
El objetivo principal del libro es ampliar el concepto de liderazgo a los ámbitos que van más allá de la mera empresa o el gobierno de las instituciones seculares. Ilustrando al lector acerca del liderazgo en la familia, por ejemplo acerca del liderazgo que lleva adelante una madre, y sobre todo, enfatizando desde los primeros capítulos en el liderazgo sobre uno mismo.

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¿Cómo lograr la excelencia?

La excelencia es el arte que se alcanza a través del entrenamiento y el hábito. Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto, sino un hábito.
Aristóteles

Sólo podremos alcanzar la excelencia a través del entrenamiento, es decir, la repetición… hasta convertirlo en hábito. Ya decíamos en una publicación anterior que el liderazgo no se improvisa sino que implica el esfuerzo de la virtud y la inteligencia. El éxito depende de un esfuerzo racional y voluntario.

Miguel Angel Cornejo reflexiona también estas palabras de Aristóteles, y nos comparte el camino para lograr la excelencia: “Siembra acciones positivas en tu vida y persevera hasta convertirlas en hábito”. Nos lo explica de una forma muy sencilla en el siguiente video: http://www.youtube.com/watch?v=G7szUokmYF0

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El liderazgo al estilo de los Jesuitas- Parte 2 (Sobre el amor)

Como les había comentado en otro post, quisiera compartirles algunas ideas rescatadas del libro «El liderazgo al estilo de los jesuitas», de Chris Lowney.

Luego de compartir algunas experiencias y detalles concretos de la vida de algunos jesuitas, Chris refiere las actitudes que llevaron a los jesuitas a ejercer su liderazgo:

– entendieron sus fortalezas, sus debilidades, sus valores y su visión del mundo
– innovaron confiadamente y se adaptaron a un mundo cambiante
– trataron al prójimo con amor y una actitud positiva
– se fortalecieron a sí mismos y fortalecieron a los demás con aspiraciones heroicas

De los dos primeros puntos a que hace referencia, hemos hablado ya en algunas publicaciones anteriores, y entiendo que estamos más familiarizados a hablar o escuchar de ello cuando nos referimos a actitudes de liderazgo. Autoconocimiento, innovación, creatividad, capacidad de adaptarse…

Me gustaría entonces focalizar en las dos segundas actitudes: el amor al prójimo y preocupación por fortalecer a los demás como cualidades de liderazgo. No pareciera que el mundo hoy se centrara en estos aspectos, no? ¿Será por eso acaso que vivimos con una escasez de líderes?

Chris Lowney nos comparte en su libro una cita de Lombardi al enumerar las cualidades de un buen líder: “(…) Y otra, amor. El amor de que hablo es lealtad, el más grande de los amores. Trabajo en equipo, el amor que un hombre profesa por otro y que respeta la dignidad de otro. El amor del cual hablo es caridad… El poder del corazón es la fortaleza de una compañía.”

..«Trabajo en equipo, el amor que un hombre profesa por otro y que respeta la dignidad de otro» … si bien el verdadero amor lo lleva en sí implícito, me animo a agregar que hablamos de un amor desinteresado.

Los resultados de un trabajo en equipo basado en el amor serán: confianza en el otro, compartir la información necesaria para la toma de decisiones, evitar las críticas, dar buenos consejos, asesorar y acompañar a los recién llegados, compartir todo nuestro conocimiento, desear tanto el éxito personal como el ajeno, dar siempre lo mejor de uno mismo y no sólo lo «justo» para cumplir con mi listado de responsabilidades o tareas, preocupación por el bienestar de mis compañeros, respetar a todos y cada uno…

¿Acaso alguno de los lectores no desearía trabajar en un equipo donde reinaran estas características? El trabajar bajo el lema de «amor desinteresado» sin dudas llevará a un ambiente de motivación y pertenencia muy alto. Consecuencia: un equipo altamente eficiente en sus resultados. ¡Vale la pena empezar a hablar de amor cuando enumeramos las principales características del líder! Hablar… y empezar a dar ejemplo, a ver si lo vamos contagiando!

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Humildad y Liderazgo

La humildad… ¿es una virtud necesaria en el liderazgo? otros se preguntarán: ¿es compatible con el ser líder?
Claramente, si se es (o se cree) superior, no se puede ser humilde. Estar «arriba» en jerarquía o en un cargo, no nos hace superiores. Partiendo de la base de que somos personas, como tales, ninguna persona es superior a otra. El líder no es superior a sus subordinados… esta aclaración es básica para que podamos reflexionar entonces respecto a la humildad en el líder.

Este post tiene inspiración en el libro «Humildad y Liderazgo, ¿necesita el empresario ser humilde?» de Carlos Llano Cifuentes. Acabo de empezar a leerlo, pero ya siento que es una gran fuente de inspiración.

El autor, citando a José Ortega y Gasset, nos comparte que «para dirigir a los demás es requisito indispensable imperar sobre usted mismo». El autodominio. La humildad en el liderazgo debe ir acompañada de firmeza. No para con los demás, sino, firmeza para con uno mismo. Ser dueños de nosotros mismos es el primer paso para ser líder.

¿Qué es la humildad?
El filósofo catalán Jaime Balmes Urpía la define de la siguiente manera: «La humildad es la verdad pero aplicada al conocimiento de lo que somos, no nos deja creer jamás que hemos llegado a la cumbre en ningún sentido».

Solemos decir que la humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Pero no se trata sólo del reconocimiento de nuestras debilidades. La humildad nos lleva también a ser conscientes de nuestras fortalezas y dones… para ponerlos al servicio de los demás.

Pero ¿qué implicancias trae el ser humildes? Sigue leyendo

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Príncipe chino busca novia

Si hablamos de virtudes del líder, la honestidad, con seguridad, no puede faltar. Honestidad, principalmente, por una cuestión ética. Pero honestidad también como generador de confianza, esa confianza que será la base sobre la que se construya la relación. Honestidad para con uno mismo. Honestidad para con los demás. Este cuento que compartimos nos ilustra un claro ejemplo.

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: «¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.» Y la hija respondió: «No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.» Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Sigue leyendo

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Jefe vs Líder

En algunas organizaciones se tiende a utilizar indistintamente la palabra líder o jefe. Es decir, todo aquel que recibe una posición o misión jerárquica en la estructura organizacional es llamado líder. Considero esto como un error, aunque entiendo que muchas veces es más una expresión de deseo. No todo jefe es líder. Ni todo líder es jefe. El liderazgo es un valor humano que todos podemos desarrollar, aunque no tengamos una posición con colaboradores en nuestra actividad, negocio o empleo. Podemos ser líderes en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestro grupo de amigos, en nuestro barrio. ¿Pero porqué es importante diferenciar el jefe del líder? Los conceptos son muy diferentes, ya que muy diferente es la forma en que ambos desarrollan su actividad. Evidentemente, el jefe puede convertirse en líder y desarrollar sus tareas de mando aplicando habilidades de liderazgo. Pero también podría elegir no hacerlo, y seguirá siendo jefe.

anecdonet.com nos brinda claras diferencias entre ser jefe y ser líder. Las transcribimos a continuación. Sigue leyendo

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Para ser líder, hay que querer serlo.

«Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es una acción sino un hábito» dijo más o menos así Aristóteles en su famosa Ética Nicomaquea. Esta sentencia la he leído citada en muchos ámbitos relacionados con el liderazgo. Pero, ¿cuál es el preciso alcance de esta expresión? Contextualicémosla primero.

Con esta expresión, el gran discípulo de Platón no hace otra cosa que definir lo que nosotros hoy llamamos virtud. Pues la palabra excelencia es una traducción posible justamente de la palabra griega «areté» que emplea éste. Ciertamente la «areté» refiere a la excelencia o también a «lo mejor», pero ¿en qué sentido para Aristóteles? El sentido que le dá se puede resumir en dos elementos fundamentales: la disposición habitual, es decir la repetición voluntaria de un acto bueno, y la conciencia o razón de que se lo realiza. Por ejemplo, realizar un acto de bondad ocasional y espontáneo con un compañero de trabajo no me convierte en alguien bueno, o en términos aristotélicos, en alguien «aristós», excelente. De ahí otra famosa frase de la Ética Nicomáquea: “Una golondrina no hace verano”. Esto es, un acto que no se repite deliberada y conscientemente no hace excelente o virtuoso a nadie.

De la misma forma, si mecánica o “naturalmente”, es decir sin el concurso de mi voluntad y de mi razón yo tengo éxito en un determinado proyecto aunque sea repetidas veces eso tampoco me hace una persona virtuosa.

Cuando Aristóteles dice que la excelencia (virtud) no es una acción sino un hábito, en definitiva dice que mi acto bueno y exitoso tiene que ver con un comportamiento proyectado, deliberado, voluntario e inteligente, y por tanto según se deduce de esto que requiere esfuerzo. En pocas palabras, nadie nace líder. Incluso los que poseen ciertos talentos o dones naturales que les facilitan la tarea de gestionar  o dirigir grupos, si no se procuran educación y no deliberan en cuanto a lo que es bueno y racional hacer, difícilmente tendrán éxito.

La excelencia es un hábito. El líder, a través de aquel, se hará más líder. El éxito depende de un esfuerzo racional y voluntario. El liderazgo no se improvisa, ni se adquiere por obra de la suerte. Para ser líder, hay que querer serlo. Y ese querer implica el esfuerzo de la virtud y la inteligencia.

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